Acabo de leer un interesante artículo de Tahar Ben Jelloun (premio Goncourt 1987) titulado "Francia: esos jóvenes que se rebelan no son inmigrantes". Abre los ojos sobre la oculta realidad de una Francia escondida en los "banlieu" que no goza de las mismas posibilidades y oportunidades que el resto de los franceses de piel blanca. Creo que explica parte del problema. Hay otro lado que no acierto a ver desde nuestra particular experiencia sobre la "kale borroka": destruir es siempre destruir y es lo contrario de construir. Claro que el paradigma que representa "el Cojo Manteca" también nos muestra el sesgo "miedica" de ciertos poderes públicos que, con mala conciencia, reaccionan poniendo más dinero donde deben y donde no deben.
Todos coinciden en que lo sucedido es consecuencia del fracaso escolar y de la marginación social - no se acepta lo diverso, lo diferente - pero no se ve radicalidad a la hora de poner remedio en la institución escolar potenciando, es un decir, aquellos instrumentos educativos que contribuyen a conocernos y conocer a los otros, a aceptarnos y a aceptar a los demás, a valorarnos y a valorar a quienes son diferentes. Esto es, a educar las actitudes. Y para ello ¿conocemos algo mejor que los libros y la lectura?. Supongo que se intuye adonde nos lleva el razonamiento. ¿Para qué las bibliotecas? Ójala haya responsables en las administraciones que se formulen esa pregunta. Por cierto ¿cuanto dinero dedica Extremadura a las bibliotecas escolares?. Tranquilos, esto no es Francia.