jueves, febrero 09, 2006

Libreros

Son los resistentes al diluvio comercial de las grandes superficies. Mantienen viva la llama de la auténtica opción de compra en un mundo cultural monopolizado por carrefures, hipercores y alcampos cuyo único plato es un menú colectivo y despersonalizado de autores, géneros y temas de una pretendida moda dictada por no se sabe muy bien quién. Bien es verdad que también son presas de las redes de distribución y a veces cuesta dar con el título deseado, pero ¿quién no es también un poco deudor de su proveedor de viandas?.
Nadie como ellos te acerca al libro que ansías, al autor esperado. ¿Quién, como ellos, desgrana en los anaqueles las cuentas de un rosario pagado de heterodoxias?. ¿Quién, como ellos, ofrece tiempo, consejo y paciencia al lector, comprador en ciernes de pensamientos ajenos?. Son mis amigos de "El Quijote", "Plumier", "Mayorga", "Eguiluz", "Rosso de Luna"... Son de Plasencia, Cáceres, Logrosán...
Los libreros son intermediarios privilegiados entre el libro y su lector. En el mundo de la educación forman con la escuela, la biblioteca y la familia el cuadrilátero perfecto de las mediaciones lectoras. Les necesitamos. Su intervención en el acto de aproximación al libro resulta imprescindible. Deberíamos contar con ellos. Dialogar con ellos. Mediar con ellos. Un día los integrístas del calvinismo radical del trading acabarán con la supervivencia de la especie. Haríamos bien en alojarlos en el arca de Noé.