Nunca se empieza verdaderamente. Siempre partimos de lo que otros, con nombre en ocasiones, anónimamente las más de las veces, han aportado antes que nosotros. Hemos empezado, digo, a cimentar institucionalmente las bibliotecas escolares de Extremadura. Convocados por la Consejería de Educación un grupo técnicos y docentes hemos empezado a trabajar en el diseño de lo que será el plan de marco y la red de bibliotecas escolares extremeñas.
Trabajar en red significa compartir lo que se tiene, aportar y recibir. Para ello hace falta ganas y motivación. El reto es interesante, por ello las estrategias para construir habrían de basarse, creo, en el acercamienteo, en el diálogo, en la persuasión, en el convencimiento, en el argumento del mejor fin. La voluntad es un valor, ¡qué duda cabe!. Pero quienes ya experimentamos el ardor guerrero de las reformas de antaño bien sabemos que a nada conduce el voluntarismo bienintencionado. La realidad es tozuda y bien nos muestra que además de ilusión hay que poner medios materiales y humanos. Proyectos, recursos y equipos con dedicación. No hay que confundir la ilusión con ser ilusos. Partiendo de lo que hay, no de las ensoñaciones idílicas de nos llevan a veces a confundir metas con procesos.
Bueno sería que, conociendo las huellas de otros caminos y el polvo levantado por aquel trote apresurado y sobrevenido de la urgencia tecnológica, supiéramos ahora llegar a las verdaderas necesidades de profesores, alumnos y centros y construir buenas bibliotecas para conocer, para sentir, para soñar.
Trabajar en red significa compartir lo que se tiene, aportar y recibir. Para ello hace falta ganas y motivación. El reto es interesante, por ello las estrategias para construir habrían de basarse, creo, en el acercamienteo, en el diálogo, en la persuasión, en el convencimiento, en el argumento del mejor fin. La voluntad es un valor, ¡qué duda cabe!. Pero quienes ya experimentamos el ardor guerrero de las reformas de antaño bien sabemos que a nada conduce el voluntarismo bienintencionado. La realidad es tozuda y bien nos muestra que además de ilusión hay que poner medios materiales y humanos. Proyectos, recursos y equipos con dedicación. No hay que confundir la ilusión con ser ilusos. Partiendo de lo que hay, no de las ensoñaciones idílicas de nos llevan a veces a confundir metas con procesos.
Bueno sería que, conociendo las huellas de otros caminos y el polvo levantado por aquel trote apresurado y sobrevenido de la urgencia tecnológica, supiéramos ahora llegar a las verdaderas necesidades de profesores, alumnos y centros y construir buenas bibliotecas para conocer, para sentir, para soñar.