Entresaco algunos párrafos e ideas del artículo publicado por Rocío Gil Alvarez en el nº 131 de la prestigosa revista Educación y Biblioteca . Comparto cuanto dice y me reconozco en sus palabras. Pero también sé que hay un más allá de las limitaciones ideológicas a que nos sometemos, por ello me he permitdo añadir, en cursiva, los comentarios personales que me sugieren buscando el otro lado de sus aseveraciones:
1. La lectura no es un conocimiento que se comparta con argumentos exactos y en un momento concreto; muy al contrario, la lectura es un sentimiento y como tal se transmite por contagio y de manera constante.
(Y sin embargo podemos compartir conocimientos a través de textos escritos que, siendo hijos del lugar y del momento, podemos perpeturar en la memoria y servir al lector para que éste los reinterprete a la luz de sus conocimiento previos y motivaciones personales).
2. Podemos incluso a calificar la lectura como una práctica irracional, que no se ajusta a justificaciones tangibles y que escapa de la lógica.
(Y sin embargo cuánto esfuerzo dedican los jóvenes estudiantes a la práctica racional y planificada de la lectura con propósitos académicos, cuánto tiempo les absorbe y qué nula presencia tiene esta actividad en las estadísticas lectoras).
3. La lectura es una actividad individual.
(Y sin embargo... qué hermosa es su vertiente colectiva cuando alguien lee en voz alta para un nutrido grupo de lectores orales que, como los tabaqueros de Cuba, trabajaban mientras escuchan desgranarse, uno a uno, los capítulos de "El Conde de Montecristo". En voz alta y social, con sentido religioso era la lectura en la Edad Media. Y qué gran salto adelante éste (y no el de Mao Tse-tung) de leer en silencio y para uno mismo, como dice Borges que hacía San Ambrosio para sorpresa de muchos).
4. La lectura exige esfuerzo y concentración. Tengamos en cuenta que la lectura es diversión, placer, entretenimiento, pero no un juego.
(Y sin embargo, la lectura puede ser entendida también como un juego, en el sentido de arriesgarse, de exponerse... a interpretar los significados, a ejercitar anticipaciones y regresos por medio de los cuales vamos conformando nuestra personal conclusíón. La lectura puede ser una sucesión de interpretaciones y reinterpretaciones a la luz de lo que dice el texto, a la luz de lo que dice nuestra experiencia y a la luz de lo que el texto dice de otros textos que ya conocemos. En este sentido la lectura tiene algo en común con los juegos de estrategia o habilidad: que disponen de una serie de reglas, pero no imponen un determinado comportamiento al jugador-lector permitiendo que éste haga uso de su creatividad y habilidad.)
5. La lectura necesita paciencia.
(Y sin embargo... también la lectura tiene que ver con la prisa, con la urgencia del dato, con la rapidez del desplazamiento del ojo sobre la pantalla del ordenador, con la ráfaga incesante de imágenes que ininterumpidamente desfilan antes nuestros ojos cuando miramos la televisión. También leemos textos e imágenes sobreexcitados por la tarea y los medios de comunicación).
6. La lectura precisa adiestramiento. Necesita un entrenamiento que poco a poco disminuya el esfuerzo y la impaciencia.
(Es verdad. Y poco puedo yo argumentar para contradecir tan certera aseveración. Si no fuera necesario el esfuerzo dirigido y sistemático la lectura sería sólo patrimonio de los ricos)
7. La lectura invita a la reflexión
(No siempre; hay lecturas que envenenan, en el sentido de que embotan la mente, que llevan más a la ira irracional que al análisis, a la detención y disección del pensamiento. Hay lecturas que se dejan llevar más por la calificación del sustantivo que por las interrogación del verbo.)
(Y sin embargo podemos compartir conocimientos a través de textos escritos que, siendo hijos del lugar y del momento, podemos perpeturar en la memoria y servir al lector para que éste los reinterprete a la luz de sus conocimiento previos y motivaciones personales).
2. Podemos incluso a calificar la lectura como una práctica irracional, que no se ajusta a justificaciones tangibles y que escapa de la lógica.
(Y sin embargo cuánto esfuerzo dedican los jóvenes estudiantes a la práctica racional y planificada de la lectura con propósitos académicos, cuánto tiempo les absorbe y qué nula presencia tiene esta actividad en las estadísticas lectoras).
3. La lectura es una actividad individual.
(Y sin embargo... qué hermosa es su vertiente colectiva cuando alguien lee en voz alta para un nutrido grupo de lectores orales que, como los tabaqueros de Cuba, trabajaban mientras escuchan desgranarse, uno a uno, los capítulos de "El Conde de Montecristo". En voz alta y social, con sentido religioso era la lectura en la Edad Media. Y qué gran salto adelante éste (y no el de Mao Tse-tung) de leer en silencio y para uno mismo, como dice Borges que hacía San Ambrosio para sorpresa de muchos).
4. La lectura exige esfuerzo y concentración. Tengamos en cuenta que la lectura es diversión, placer, entretenimiento, pero no un juego.
(Y sin embargo, la lectura puede ser entendida también como un juego, en el sentido de arriesgarse, de exponerse... a interpretar los significados, a ejercitar anticipaciones y regresos por medio de los cuales vamos conformando nuestra personal conclusíón. La lectura puede ser una sucesión de interpretaciones y reinterpretaciones a la luz de lo que dice el texto, a la luz de lo que dice nuestra experiencia y a la luz de lo que el texto dice de otros textos que ya conocemos. En este sentido la lectura tiene algo en común con los juegos de estrategia o habilidad: que disponen de una serie de reglas, pero no imponen un determinado comportamiento al jugador-lector permitiendo que éste haga uso de su creatividad y habilidad.)
5. La lectura necesita paciencia.
(Y sin embargo... también la lectura tiene que ver con la prisa, con la urgencia del dato, con la rapidez del desplazamiento del ojo sobre la pantalla del ordenador, con la ráfaga incesante de imágenes que ininterumpidamente desfilan antes nuestros ojos cuando miramos la televisión. También leemos textos e imágenes sobreexcitados por la tarea y los medios de comunicación).
6. La lectura precisa adiestramiento. Necesita un entrenamiento que poco a poco disminuya el esfuerzo y la impaciencia.
(Es verdad. Y poco puedo yo argumentar para contradecir tan certera aseveración. Si no fuera necesario el esfuerzo dirigido y sistemático la lectura sería sólo patrimonio de los ricos)
7. La lectura invita a la reflexión
(No siempre; hay lecturas que envenenan, en el sentido de que embotan la mente, que llevan más a la ira irracional que al análisis, a la detención y disección del pensamiento. Hay lecturas que se dejan llevar más por la calificación del sustantivo que por las interrogación del verbo.)