domingo, mayo 14, 2006

El hombre que perdió su tiempo


Dice Ana Garralón en su "Historia portátil de la literatura infantil" que el cuento es la forma menor de los antiguos mitos religiosos, perdidos ya los elementos típicos de lo sagrado. Ciertamente, introducen los cuentos, en su lejano origen, mensajes profundos sobre la vida y el comportamiento humano. Desde tiempos remotos han viajado de la India y Egipto, pasando por los países árabes, a España. Pero también los encontramos en las culturas orientales. En el desarrollo de nuestro proyecto de lectura "Viaje alrededor de los libros" he tenido la oportunidad de toparme con un breve cuento japonés titulado "El hombre que perdió su tiempo" cuyo tema central es la percepción del paso del tiempo y la imposibilidad de intervenir en su regulación. Tanto, que ha de recurrirse a la magia, a lo maravilloso, para poder dialogar con la época que no es dada.
Al leer el cuento vino a mi memoria el texto que Alvaro Valverde escribió para la Ruta Literaria por Extremadura:

"La imagen sucesiva del agua en su transcurso. La de las aguas quietas que ocupan un estanque. Heráclito, su río y el bañista...La grisura infinita de los cinco océanos. Las largas guidalezas de barcos sin retorno...Hablo del tiempo".

Wangh-Chih, el labrador del cuento, vive el estado de perplejidad que todo ser humano experimenta cuando se sabe consciente de viajar en la corriente del río del tiempo. Un río infinito que nos sobrepasa y angustia, pero que también muestra la faz más humana de nuestra existencia: esa consciencia de nuestro propio vivir en el seno de la corriente que nos arrastra. Tal vez la grandeza esté su finitud, tal vez por ello nos alegremos como Wangh-Chih de volver a casa.
Sutil y profundo es el mensaje que llevan los cuentos. Este año he tenido la oportunidad de ir lejos con Los Cuentos del Mundo. Me ha encantado este viaje por el espacio y por el tiempo, pero el proyecto del que os he hablado más arriba es más que un viaje a través de los cuentos, también a través del vestido, de la vivienda, de la cocina, de los juegos, de la música... Mis compañeras de educación infantil del CP Miralvalle han llevado a cabo un trabajo fantástico. Vale la pena conocer su experiencia tanto en la web antes mencionada como en esta página de BIBLALVALLE, el boletín de la biblioteca escolar del centro.