Me he despertado con la lectura del artículo que amablemente me ha hecho llegar Alvaro Valverde titulado "Bibliotecas Escolares" en la columna que cada sábado firma en el diario HOY. En pocos pero resueltos párrafos refiere la importancia de las I Jornadas de Bibliotecas Escolares de Extremadura celebradas en el marco del Salón de la Educación en la FEVAL de Don Benito. Su percepción es que hay colegios e institutos cuya ejecutoria en la organización y gestión de las bibliotecas y en las actividades de fomento de la lectura nada tienen que envidiar a las de otras comunidades. Y no le falta razón: dispone de una atalaya privilegiada como coordinador del Pacto por la Lectura. Pone el dedo en la llaga al descubrir el aspecto más frágil, pero más decisivo, los bibliotecarios escolares. Esos profesionales de la educación que han sido formados en el campo de la biblioteconomía y la dinamización lectora, pero que no disponen ni de tiempo para ejercer la función para la que se les formó (¡qué despilfarro!), ni de reconocimiento de ninguna clase. ¡Deben disponer estos bibliotecarios escolares de una suerte de traje invisible que sólo ven los que aman los libros y la lectura!
La segunda buena cita aparece en la página 40 del diario El PAIS a propósito de la futura Ley General del Libro y Promoción de la Lectura y en la que la vicepresidenta del Gobierno, Maria Teresa Fernández de la Vega habla de "un proyecto ambicioso y hermoso" para - en el marco de la acción conjunta de los Ministerios de Cultura y Educación y la colaboración de todas las comunidades autónomas - poner en marcha un plan que posibilite la implantación de las bibliotecas escolares en todo el territorio español. Mi primera reacción es correr a darle un beso a la vicepresidenta del gobierno (¡esta mujer no nos da mas que alegrías!). En una segunda reacción más pausada y un poco ya desengañada desde los tiempos en que, como miembro del equipo del Centro de Recursos de Plasencia, me tocó ir de CEP en CEP predicando la nueva buena de la LOGSE y "importante papel de los maestros en un diseño curricular abierto", me paro en seco y me digo para mis adentros que si es verdad que Zapatero y la vicepresidenta llevan a los hechos las palabras que dicen, sería la primera vez en la historia de las leyes educativas que lo se dice se corresponde con lo que se hace. Un tercer pensamiento me inquieta: si están dispuestos a crear una biblioteca digna de tal nombre en cada escuela ¿les dará tiempo a realizarlo antes de que la derecha por enésima vez se lance a la yugular cada vez que la izquierda quiere cambiar algo?