No es fácil decir No, en una sociedad políticamente correcta más propensa a los mensajes asertivos, a la aceptación cuando menos pasiva de la publicidad, en entornos familiares que aun no han regresado del movimiento pendular al que les llevó autoritarismo franquista, en comunidades del más diverso tipo en las que lo corriente es aguantar las actitudes insolidarias de quienes no tienen en cuenta a los demás. No es habitual decir No. No al menos en estos días. No dicen No los padres, ni los tíos, ni los abuelos. No lo hacen los vecinos, ni los amigos. Y por supuesto, menos que nadie, los dirigentes de los clubes de fútbol.
Dice un viejo proverbio africano que para educar a un niño hace falta toda una tribu. Aquí la tribu ha dimitido de esta función. Nadie llama ya atención por nada.
Por eso, quizá ahora más que nunca, habría que recuperar la capacidad de negar. De oponerse a lo que no nos parece bien o está claramente en contra de las normas más elementales de convivencia. Tal vez por ello merece la pena enseñar a nuestros hijos y a nuestros alumnos a decir No. A no aceptar el mal ejemplo como argumento, el chantaje emocional, el sentimiento de culpa, el "no pasa nada", el halago, el agravio comparativo, la compra de la voluntad, el enfado...
Saber decir No es todo acto de aprendizaje que merece la pena ejercitar.
Tal vez por eso me ha encantado un sencillo álbum con textos e ilustraciones de Mo Willems, editado por Entrelibros titulado "¡No dejes que la paloma conduzca el autobús!". Todo un sencillo y gran juego para aprender a decir No. Una oportunidad para ejercitar la voluntad, la capacidad de decidir a través de las páginas de un libro para compartir los con los hijos repasando los sibilinos argumentos de la paloma.
Textos e imágenes en perfecta armonía van enlazando páginas que ponen a prueba lo mejor del ser humano: la capacidad de elección. Esto es, la libertad.
Dice un viejo proverbio africano que para educar a un niño hace falta toda una tribu. Aquí la tribu ha dimitido de esta función. Nadie llama ya atención por nada.
Por eso, quizá ahora más que nunca, habría que recuperar la capacidad de negar. De oponerse a lo que no nos parece bien o está claramente en contra de las normas más elementales de convivencia. Tal vez por ello merece la pena enseñar a nuestros hijos y a nuestros alumnos a decir No. A no aceptar el mal ejemplo como argumento, el chantaje emocional, el sentimiento de culpa, el "no pasa nada", el halago, el agravio comparativo, la compra de la voluntad, el enfado...
Saber decir No es todo acto de aprendizaje que merece la pena ejercitar.
Tal vez por eso me ha encantado un sencillo álbum con textos e ilustraciones de Mo Willems, editado por Entrelibros titulado "¡No dejes que la paloma conduzca el autobús!". Todo un sencillo y gran juego para aprender a decir No. Una oportunidad para ejercitar la voluntad, la capacidad de decidir a través de las páginas de un libro para compartir los con los hijos repasando los sibilinos argumentos de la paloma.
Textos e imágenes en perfecta armonía van enlazando páginas que ponen a prueba lo mejor del ser humano: la capacidad de elección. Esto es, la libertad.