A la tercera, la vencida. Después de dos intentos fallidos, una mano criminal ha escrito páginas negras en el libro de la naturaleza de Cañamero. En tan sólo dos horas ha desaparecido el pálpito vital de una comarca inigualable. Una comarca con millones de árboles, insuficientemente protegida dada su enorme extensión, al contrario que el doméstico y más manejable Parque de Monfragüe. "ConMarca Verde", rezaba el eslógan inventado hace años por un grupo de chicas de Berzocana. Sí, Comarca en todo su significado tolkiano: un universo con sentido propio, un entorno natural y humano orgullosamente exuberante, una historia, a veces detenida, con sus leyendas y sus mitos, duendes y hadas, santos celosamente guardados y desenterrados por la reja de un arado, una virgen encontrada por un pastor pobre e ignorante, la más variada fauna nunca concentrada en los confines de territorio alguno desde el recuperado lagarto a la desaparecida nutria (fauna aquí clasificada por los semanales forasteros visitantes y los enloquecidos locales como mayor y menor según la cantidad de pólvora gastada). Un universo mutilado, en eso han quedado ahora Las Villuercas y Los Ibores, por la mano criminal de un des-almado con las hieles negras.
Quién y Por Qué. Que está muy cerca viene dado por la reiteración del intento. Quizá demasiado cerca. Nadie ignora que el mal vive entre nosotros, que forma parte de nuestra entraña más negra. Es posible que las pequeñas miserias locales sean más universales de lo nos creemos o que en la disputa por el uso de facilidades que la naturaleza nos ofrece se halle la causa de este crimen tan horrendo. Quién lo sabe. Y aunque siempre quedan defensores de la teoria de la conspiración una cosa parece evidente: anida en nosotros lo mejor y lo más deleznable del ser humano, convivimos a diario con la expresión más radical del mal absoluto, pero hacemos como si no nos diésemos cuenta. Tal vez sea un mecanismo para seguir viviendo soportándonos a nosotros mismos, envueltos en el halo de la consciencia del silencio espeso (Sí Álvaro, qué mundo literario se ofrece aquí, lejos de tu ciudad amurallada frente al mundo).
Se podrían contar mil y una pequeña historia sucedidas en el corto espacio de dos horas acerca de lo acaecido en Cañamero protagonizadas por gentes que huían del fuego. Familias rescatadas en los campos, hortelanos cercados por las llamas, el humilde tractor de Juan Barba convertido en un amasijo negro y retorcido muy cerca de donde antes reposaban las avestruces australianas de Supermario Bross, la temeraria incursión de Inocente burlando la vigilancia policial para proteger a sus ovejas milagrosamente salvadas del fuego que las acorralaba, el angustioso recorrido de Maxi hasta sus colmenas junto al castaño Abuelo (con él tuvimos noticia y certeza de que estaba felizmente vivo y felizmente viejo).
Negras sombras recorren los valles villuerquinos antes olvidados y hoy presa de la desesperación, incluso las brujas bailan de día sobre el dolmen del mirador. Pena negra en Cañamero que hoy más que nunca pide ayuda a Extremadura para volver a vivir, porque no todo se ha quemado, porque sigue corriendo un torrente de vida por sus venas de un caudal tal que no podrá con ella el más despiado, el más cruel, el peor de sus enemigos: el hombre; así, en masculino.
Quién y Por Qué. Que está muy cerca viene dado por la reiteración del intento. Quizá demasiado cerca. Nadie ignora que el mal vive entre nosotros, que forma parte de nuestra entraña más negra. Es posible que las pequeñas miserias locales sean más universales de lo nos creemos o que en la disputa por el uso de facilidades que la naturaleza nos ofrece se halle la causa de este crimen tan horrendo. Quién lo sabe. Y aunque siempre quedan defensores de la teoria de la conspiración una cosa parece evidente: anida en nosotros lo mejor y lo más deleznable del ser humano, convivimos a diario con la expresión más radical del mal absoluto, pero hacemos como si no nos diésemos cuenta. Tal vez sea un mecanismo para seguir viviendo soportándonos a nosotros mismos, envueltos en el halo de la consciencia del silencio espeso (Sí Álvaro, qué mundo literario se ofrece aquí, lejos de tu ciudad amurallada frente al mundo).
Se podrían contar mil y una pequeña historia sucedidas en el corto espacio de dos horas acerca de lo acaecido en Cañamero protagonizadas por gentes que huían del fuego. Familias rescatadas en los campos, hortelanos cercados por las llamas, el humilde tractor de Juan Barba convertido en un amasijo negro y retorcido muy cerca de donde antes reposaban las avestruces australianas de Supermario Bross, la temeraria incursión de Inocente burlando la vigilancia policial para proteger a sus ovejas milagrosamente salvadas del fuego que las acorralaba, el angustioso recorrido de Maxi hasta sus colmenas junto al castaño Abuelo (con él tuvimos noticia y certeza de que estaba felizmente vivo y felizmente viejo).
Negras sombras recorren los valles villuerquinos antes olvidados y hoy presa de la desesperación, incluso las brujas bailan de día sobre el dolmen del mirador. Pena negra en Cañamero que hoy más que nunca pide ayuda a Extremadura para volver a vivir, porque no todo se ha quemado, porque sigue corriendo un torrente de vida por sus venas de un caudal tal que no podrá con ella el más despiado, el más cruel, el peor de sus enemigos: el hombre; así, en masculino.