domingo, octubre 22, 2006

Esperanza

Insistió en el mismo concepto Francisco Jarauta, catedrático de filosofía en la Universidad de Murcia: vivimos en la red, la pequeña biblioteca de casa ha saltado por los aires y debemos educar sujetos que funcionen en la sociedad del conocimiento (que no es lo mismo que la sociedad de la información). La memoria ha dejado de ser principal. Ha sido sustituida por el archivo, información que puedo recuperar a golpe de click. Con ello se ha democratizado el conocimiento y las relaciones con el conocimiento. También nuestros comportamientos personales y sociales. El 12% de las personas que leen prensa lo hacen en línea. ¿Qué ocurrirá cuando el procentaje suba al 40%? ¿Desaparecerá la prensa escrita?.

Para él, transformar el mundo es muy difícil, estamos avocados a una fuga hacia adelante salvo que se presente una improbable crisis estructural global. Por ello, en una sociedad como la española, anclada a una economía de servicios que ha renunciado a la investigación y al desarrollo tecnológico, la única instancia que queda para pilotar los cambios es la educación. De ahí la importancia de las "pequeñas utopías" del aula, de la biblioteca, del proyecto de investigación. Dado que los niños acceden al conocimiento a través de la cultura visual (pensamos como miramos), deben existir bibliotecas escolares que formen en la observación y la curiosidad, que sirvan de contrapeso al universo de verdades virtuales en que viven el niño. He aquí un función de la BE: ayudar a construir "las pequeñas utopías" de nuestro futuro.

¿Qué somos los maestros, los profesores? Trabajadores de la frontera entre dos universos enfrentados - el de la cultura visual y el del universo lector - cuya misión es definir una nueva forma de situarnos en la época a partir de la pequeñas utopías del aula, de los amigos, del entorno... no hay otra solución posible. Es la educación la única esperanza, el único camino posible. Somos importantes, no acumulemos melancolía.