domingo, octubre 08, 2006

Ana Frank y los niños georgianos de Moscú


Una de las últimas adquisiciones de nuestra biblioteca ha sido un precioso libro editado por Lumen, "Ana Frank", de Josephine Poole & Angela Barret, que podemos encuadrar en la categoría de álbum ilustrado para lectores en marcha (+9 años).

De formato casi cuadrado, pasta dura y láminas de sencilla contundencia expresiva primorosamente ambientadas en la época, "Ana Frank" permite a niños y niñas de edades tempranas, sin la perspectiva de un conocimiento secuencial de la historia, adentrarse en conocimiento de una época, la de la Alemania nazi, a través de la vida de su protagonista. Es todo un clásico que sigue la estela de "Rosa Blanca", de Roberto Innocenti o de "La Historia de Erika", publicado por Kalandra, y que yo recomendaría para cualquier biblioteca escolar como muestra de un pasado que nunca debiera volver...

Leo en el diario "El Pais", del sábado 7 de octubre que "El Kremlin desencadena una campaña de acoso y expulsión de georgianos". En dicho artículo se afirma: "La noticia según la cual el conflicto político entre el Kremlin y Georgia se había transferido a los escolares, la dió ayer por la mañana el Kommersant. Según este diario las comisarías de Moscú llamaban a las escuelas y les pedían las lista de los alumnos con apellido georgiano para que la policía pudiera inspeccionar el permiso de residencia y de trabajo así como la declaración de impuestos de sus padres".

Afortunadamente, la reacción de los responables de enseñanza de Moscú ha sido clara. Así, Liubob Kézina, jefe del departamento de Educación de Moscú, dijo que no se permitiría la discriminación étnica de los escolares, porque "no se puede luchar usando los niños".

Miep, asistenta en la oficina del padre de Ana Frank, puso en peligro su vida por ayudar a la familia. Conocemos su gesto por el diario de Ana, cuyas hojas Miep recogió cuando los nazis se la llevaron, y entregó a su padre al finalizar la guerra. Hoy, más de sesenta años después, hay muchos más Miep en Moscú. Esta vez les toca a los georgianos, pero la locura xenófoba como pretexto y coartada es la misma.

No me sirven de consuelo las palabras de Carlos Marx acerca de que la historia se repite, la primera vez como tragedia, la segunda como farsa. El hombre es el único animal que tropieza treinta tres veces en la misma piedra. Siempre nos queda la memoria impresa de los libros como testigos del devenir humano ¿hacia alguna dirección?