jueves, enero 25, 2007

Las prioridades de Fernández Vara

La política es el arte, o tal vez solo la posibilidad, de hacer realidad proyectos más o menos ideales para mejorar la vida de los ciudadanos (de las ciudades y de los pequeños pueblos). El alejamiento de la política es una práctica que promueve la derecha para desmovilizar a electores indecisos que puedan inclinar la balanza del lado izquierdo. Y lo hace de forma indirecta e imperceptible. Se da a entender que la política, o sea la posibilidad de cambiar el estado de cosas, no vale para nada, que todos los políticos son iguales, que van a lo suyo (a lo de ellos), que "los otros" son prisioneros de sus ideologías, de sus revanchas, de su radicalidad, que... en fin, las cosas son como son, como siempre han sido, y por tanto el poder debe volver a su legítimo dueño, la derecha. A veces este discurso hace mella caladeros no esperados. Y en ocasiones surge el discurso anti política en algunos sectores de la llamada "inteligencia". Como si diera igual que gobierne la izquierda o la derecha. Como si las prioridades para unos fueran las mismas que para los otros. De dinero e inversión hablo, no del discurso.

Tengo para mí que Guillermo Fernández Vara no es un político al uso. Se cree lo que dice (ya es mucho), sabe escuchar (que no es lo mimo que oír) y cuando toma decisiones pone al ciudadano por delante de otras consideraciones. Ayer convocó a los docentes de Plasencia a un coloquio abierto para hablar sobre educación en el Complejo Educativo de Plasencia. Señaló las tres prioridades de su propuesta política para Extremadura: educación, empleo y políticas de apoyo a la familia que favorezcan el crecimiento demográfico. Confieso que me gustó el enfoque.

La educación no debe ser asunto de enfrentamiento partidario. Hemos de dar estabilidad institucional mediante leyes que, aunque sean menos perfectas, generen seguridad y confianza en la comunidad escolar y en la sociedad. La sanidad - dijo - puede curar a las personas, hacer que vivan más años, incluso que vivan mejor...pero no nos hace mejores. La educación es la única posibilidad de que individuos y sociedades sean más felices y a la vez más justos. La educación es la condición para promover los dos grandes valores de Extremadura: el capital humano y la singularidad de lo que sepamos producir y ofrecer. Afirma Fernández Vara, que el dinero que vaya destinado a educación pública debe contabilizarse en el capítulo de inversión, no en el de gasto.

El candidato a la presidencia de la Junta de Extremadura defendió la figura del docente "hasta que no se demuestre lo contrario" y planteó de forma clara la ineludible responsabilidad de las familias en la educación de los hijos, una responsabilidad que no se debe trasladar a docentes o administración. Cuando hay éxito escolar el mérito es de los padres, cuando ello no es así, el resultado también lo es. Otra cosa es la responsabilidad institucional de ofrecer una enseñanza de calidad.

El empleo, que sigue creciendo en nuestra región, suele ser preocupación constante de todos los gobiernos, aunque no todos aplican las mismas políticas sociales. Lo que más me llamó a la atención es la dicotomía que presentó Fernández Vara: si no le ponemos remedio, podemos pasar en un breve lapso de tiempo del concepto de "población sin empleo" al de "empleo sin población". La carencia de mano de obra para muchas tareas agrícolas es un verdadero problema no solo para los empresarios, también para el desarrollo económico de la región. Somos poco más de un millón de extremeños por lo que toda propuesta de futuro pasa por incentivar políticas de crecimiento demográfico apoyando a las familias de muy diversas maneras: ayudas directas, guarderías, servicios complementarios en los centros escolares...

Creo que las prioridades indicadas por Guillermo Fernández Vara se sitúan en el camino acertado. Quizá, uno añadiría a ellas el importantísimo reto que tenemos en la España de hoy: aceptar e integrar la diversidad, la pluralidad de nuestras sociedades. Gentes de todas las razas venidas de lejanos países con distintas costumbres, credos religiosos, referentes culturales...trabajan y viven entre nosotros. Esta nueva situación nos lleva a la necesidad de construir una convivencia que deberá ser integradora y generosa...o viviremos en una sociedad fragmentada. Aprender a convivir en la diversidad no solo será un objetivo educativo para la escuela. También lo será para toda la sociedad. ¿O vivimos en una Isla?