sábado, marzo 24, 2007

Al César lo que es del César

Tengo por norma no comentar en este blog aspectos ajenos a la cultura, los libros, las bibliotecas y el mundo de la educación. No puedo, no debo, sin embargo, callar ante los autos de fe que la nueva inquisición de Extremadura ha sacado a la plaza pública, a la Plaza Alta de Badajoz, para quemar vivo a Francisco Muñoz, Consejero de la Cultura, y con él al Presidente de Junta de Extremadura.
Una vez corregidos en el tiempo, años ha, los posibles errores cometidos por la exposición de fotografías de J.A. Montoya. Formuladas en su momento las correspondientes disculpas a quien correspondía, me parece que hacer de la religión un campo de controversia política para sacar réditos electorales no es de recibo. A los nuevos inquisidores de este pretendido catolicismo, rancio por contaminado de las actitudes más ultras, habría que recordarlos que no se debe tomar el nombre de Dios en vano, y las convicciones de los demás, tampoco. Que no deben universalizar las extemporáneas interpretaciones que ellos hace con fines espúreos (¿pretenden acaso que el fotógrafo abjure de su obra?). Que las creencias personales deben mantenerse en la esfera de lo privado o en la discreción del ágora pública, a menos que su auténtico fin sea el adoctrinamiento acrítico propio de los fundamentalismos.
Jugar con la religión en tiempos de mudanza en un país demasiado acostumbrado a autos de fe y depuraciones a causa de sus ideas, es jugar con fuego. Me dan miedo estos nuevos torquemadas. Yo sí que les digo que no en mi nombre. Que en mi nombre no juzguen, no repriman, no quemen, no anatematicen, no intenten sacar tajada electoral. Al margen de su valía artística, a mí tampoco me gustan las dichosas fotos. Punto. Pero me parece de una bajeza política sin límites utilizar aquel lejano hecho para ensuciar la imagen de un político que, como Francisco Muñoz, tanto ha luchado para acabar con la incultura, la ignorancia y el atraso de Extremadura. Sobre ellos parece querer edificar la "nueva" Extremadura el candidato popular difundiendo insidias y pretendidas ofensas actuales. Se equivoca. En política no todo vale. Usar a religión para llegar al poder tampoco. No creo que este señor defienda mi cristianismo. Para eso ya están los obispos. Al César lo que es del César.